Dormimos en un Hotel Nudista en Hawaii
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Dormimos en un Hotel Nudista en Hawaii.

Escrito por Karina

Si entraste por curiosidad pensando que ibas a ver fotos de gente desnuda, lamentamos desilusionarte… o no jaja 😉

Hoy les contamos una de las experiencias más locas que vivimos en nuestros viajes, que fue hospedarnos en una comunidad naturista en Hawaii. Naturista, y nudista.

Resulta que, hablando en criollo, nos boludeamos con el tema planificación de este viaje. Eso, sumado al tema de la espontaneidad que nos gusta mantener en los viajes, eso de no tener todo planificado al extremo, hizo que nos encontráramos un día antes de salir de Oahu rumbo a Big Island, y aún no tuviéramos ni auto ni lugar para dormir. 

Fue así que, esa noche conseguimos alquilar el auto, así que ya estábamos más tranquilos de que si no conseguíamos hotel, por lo menos tendríamos un lugar donde dormir y dejar las cosas. No sería ni la primera ni la última vez que nos pasa y nos toca dormir en el auto.

La intención en principio era ir y ver que encontrábamos, pero a medida que se acercaba la hora del vuelo, y sumando el cansancio que traíamos, esa opción parecía menos tentadora. Big Island es justamente eso, una isla grande, donde las distancias son grandes y no hay muchas opciones de alojamientos, mucho menos económicos (al menos no los hay cuando uno busca la noche previa).

Mientras yo caí en los brazos de morfeo, en una silla bien cómoda del aeropuerto (no sé como un ser humano llega a dormir en esas condiciones, pero algunas veces el cansancio es más fuerte), Gastón que no podía dormirse, empezó a buscar opciones de hoteles. Resulta que «opciones» es un decir, ya que no había algo así como “opciones”. Los hoteles que quedaban disponibles eran de lujo, y no bajaban de los 500 usd la noche. 

Hasta que apareció. Asi, simple, nada de cosas rebuscadas, nada de algo under, o a través de una web desconocida. Apareció en Booking.com. Gastón lo leyó, y me despertó para ver si estaba de acuerdo en reservarlo, por las características del lugar. La verdad es que no le di mucha bola, porque estaba con los ojos abiertos pero por dentro seguía durmiendo, y le dije todo que sí. Escuché lo de que era una comunidad, que usar ropa no era obligatorio, y me imaginé algo tipo medio bohemio, gente en bikini o short, una onda yoga, orgánico, surf, solo comida vegetariana, todo cerraba en mi mente. Así que reservamos. 

Listo, ¡teníamos hotel! Ahora, a seguir durmiendo, que en un ratito salía nuestro vuelo rumbo a Big Island… ¡o al menos eso creíamos! Porque no, en Hawaii no todo es taaan facil como uno piensa. 

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Resulta que perdimos el vuelo, no solo nosotros, sino 15 personas… pero esta es otra historia que ya les contaremos. En este viaje fue la primera vez que perdimos un vuelo, pero además, fue también la primera vez que nos cancelaron un vuelo y volvimos a perder otro. Tres vuelos, todos al hilo. Perdimos el vuelo de llegada a la isla, luego nos cancelaron el de salida de la isla, y perdimos el siguiente rumbo a Las Vegas! Más allá del enojo, como no fue culpa nuestra, el costo de todo este embrollo no fue mucho para nosotros ya que cubrieron (casi) todo, y además no perdimos tampoco mucho tiempo. Lo peor fue haber perdido la escala larga en San Francisco. Pero volvamos al tema. Estábamos en Honolulu.

Despues de perder el vuelo, pelear un rato con medio pueblo y finalmente lograr irnos de Oahu, llegamos a Kona. Ahí estaban nuestras pobres mochilas, que sí llegaron a salir en hora, girando en la cinta como si las hubiesemos abandonado. 

Levantamos las mochilas, fuimos por el auto, y salimos derechito a pasear. El “hotel” estaba en la otra punta de la isla, así que la idea era comprar algo para desayunar, y empezar el recorrido por varios lugares que teníamos marcados por la costa, rumbeando para el lado que teníamos que ir. 

Paseamos todo el día, conociendo lugares espectaculares. Hicimos playa en Hapuna Beach, donde también almorzamos, y fuimos parando en varios lugares de la ruta.

Así fue transcurriendo el día, hasta que finalmente, se hacía la nochecita, por lo que nos dispusimos a buscar el hotel. Sabíamos que estaba alejado, pero nunca pensamos que sería tanto. 

En ruta compramos algunos víveres (por suerte), y nos dispusimos a llegar al hotel. La ruta se iba haciendo más angosta, pero aún seguíamos lejos del lugar… y ya oficialmente, era de noche. 

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A medida que seguíamos haciendo kilómetros, cada vez aquello estaba más oscuro, había más vegetación, y la ruta era más y más angosta. Hasta que finalmente íbamos por una especie de camino donde apenas si entraba un auto, donde había zonas con mucho barro (peligroso porque íbamos en un auto muy bajo), y donde no se veía ni una luz. Para peor, no teníamos señal en ninguno de los dos celulares, mucho menos internet.

La vegetación era cerrada, formando una especie de tubo, y al haber tantas curvas y repechos, la luz alumbraba hasta ahí nomás. Iba manejando yo, y Gastón mirando el mapa y diciéndome hacia donde íban las curvas, tal como si fueramos haciendo un rally. Veníamos despacio por las dudas, pero nos cruzamos solo con una camioneta al inicio del camino, que al ser 4×4 de esas grandes con caja, pasó por el barro sin problemas y nos dejó la ruta para nosotros… pero de cruzarnos con otro auto bajo, no sé como hubiésemos hecho. 

Para rematar este panorama, la humedad que había en el ambiente hacía que se formaran neblinas, y que los vidrios se empañaran… y al pasar el limpiavidrios en vez de ver más, ¡veías menos!

Así, entre todo este panorama, y sin haber dormido casi en la noche anterior, demoramos una vida en llegar. Hasta que, según el mapa, habíamos llegado.

Aquello era todo una oscuridad tremenda, y nos llegamos a cuestionar si sería seguro quedarnos en un lugar así, en medio de la nada, llegando de noche, sin muchas referencias, sin señal en el cel. Pero nos dispusimos a ver que tal, y si finalmente no nos gustaba, volveríamos a la ciudad a dormir en el auto o ver si encontrábamos algun hotel o hostel que no estuviese en los buscadores, pero donde pudiésemos pasar la noche. 

La entradita estaba tapada por la vegetación, pero cuando nos fuimos acercando, vimos que había dos camionetas. Reconozco que me dio mala impresión, porque aquello era una imagen un poco turbia, como de película de miedo jaja

Las camionetas estaban con los vidrios bajos, estacionadas de forma cruzada, y ambos conductores conversaban en la oscuridad, estacionados en medio de la entrada. Finalmente pasó la que salía, y la que iba en el mismo sentido que nosotros, ingresó al lugar. Nos hizo señas de que también entráramos, así que entramos atrás de su camioneta. 

El frenó, y también lo hicimos nosotros, con nuestros focos prendidos, apuntando logicamente hacia su caminoneta que estaba adelante. Hasta que de repente se abre al puerta del conductor, y se baja. Como dios lo trajo al mundo. En pelotas literalmente, en tarlipes, desnudo, desnu desnu como dice Calle 13. Se bajó justo a la luz de nuestros focos, en bolas. No puedo explicarles lo que fueron nuestras caras jajajaj

Ese momento fue épico. Y no por la desnudez, o por todos los chistes semi obscenos que puedan estar cruzando sus mentes. No no, fue la sorpresa. Sabíamos que era un lugar hippie-ecológico-naturista, que posiblemente hubiese gente ligera de ropa, e incluso desnuda. Tampoco tenemos ningún mambo ni tabú con la desnudez. Pero no esperábamos vivir en primera persona la situación de la película Wanderlust de nuestra amiga Jennifer Aniston. No esperábamos este recibimiento.

El pibe se bajó, levantó su mano con gesto amistoso onda «saludo amigos terrícolas», y pasó por al lado de nuestro auto. Al principio se nos cruzó cualquier cosa por la cabeza.

¿Por qué se baja este pelado en bolas? ¿Por qué viene hacia nosotros? ¿Por qué hablaban con otro en medio de la oscuridad sin bajarse de las camionetas? ¿Por qué este lugar está en medio de la nada? ¿Por qué nos habíamos metido atrás de su camioneta, si ni siquiera había un cartel con el nombre del lugar?! ¿Quién se sienta en bolas sobre el asiento áspero de una camioneta vieja? ¿No le raspa? ¿No le pincha las nalgas? ¿Cómo terminamos en una comunidad naturista nudista en Hawaii!? ¿Serán una especie de culto? ¿Serán asesisnos en serie? ¿Damos marcha atrás? ¿Aparecerá Jenny? ¿Será una jodita para VideoMatch? ¿La camioneta será alquilada? ¿Alguno se habrá sentado en bolas en nuestro auto alquilado?

Mientras pensábamos esto internamente, yo le decía a Gastón algunas expresiones irreproducibles, seguidas de “Me quiero ir, ¿doy marcha atrás? Manejá vos, me quiero bajar. Trancá el auto”. Si, somos sudamericanos, esa es nuestra mentalidad. ¡Nos van a robar! Y esto, solo en el mejor de los casos. No se que tendría que ver la desnudez con esto, pero así trabajaba nuestra cabeza jaja

Pero el pelado amistoso en tarlipes pasó por al lado nuestro, y se metió en la oscuridad. Solo iba a cerrar la portera de entrada al campo (¿Nos estaba encerrando?)

Acto seguido tocó el momento de presenciar el regreso: dos nalgas blancas iluminadas por nuestros focos, caminando hacia su camioneta. Hay recuerdos que no voy a olvidar, dice la canción. Este seguro es uno de esos Jaja no les puedo explicar lo que eran nuestras caras, enserio, me gustaría haber filmado solo nuestras expresiones. 

Entre asombro, desconfianza, gracia e incomodidad … todo mezclado con sueño, ganas de salir corriendo, y más asombro. No sabíamos si reirnos o salir despavoridos. 

Fue así que Gastón me dijo «bueno, entramos y vemos que tal, si no nos sentimos cómodos, nos vamos». Les juro que no somos miedosos, ni demasiado desconfiados. Nos hemos metido en cualquier tipo de alojamiento, bar, boliche o barrio, en plena noche, y en lugares como India, Kenia, Tanzania o incluso Sudáfrica (famosa por ser justamente, bastante peligrosa). Manejamos siempre de noche, hemos dormido en el auto, en la playa, parado en la ruta en plena madrugada a dormir un rato porque no dábamos más, y nunca sentimos mas temor que el usual si ves una situación sospechosa. 

Pero esta situación iba más allá de todo, era un loco. Nos habíamos metido en una película de esas donde nada tiene sentido. 

Y como nada tenía sentido, uno empieza a desconfiar de todo. Mientras entrabamos al campo, y todo seguía oscuro, siguiendo al pelado desnudo en su camioneta, íbamos teorizando. ¿Habrá más gente desnuda en esa camioneta? ¿Sería todo una gran orgía? ¿Estarían todos desnudos bailandole a la luna? ¿Dormirían juntos? Yo no paraba de hablar: “Hablás vos, yo no sé hablar. Si preguntan, yo no hablo. Vos respondé. Si es comapartido yo me voy…”

El pelado se bajó, y nosotros saludamos onda “gracias gracias, ahora vamos”. Andá ventilándote tranquilo, que nosotros ahora vamos, cuando no tengamos que ver tus nalgas y todo el resto moviéndose al ritmo de “libre soy, libre sooooy!”. 

No sabíamos si se suponía que teníamos que bajarnos medio desnudos, si era una falta de respeto estar vestidos, si llevar nuestras cosas o primero ir caminando sin nada, o qué. Sorry, no tenemos cultura nudista. La realidad aparte es que estaba fresco como para estar en bolas. Pero finalmente, decidimos bajar así como estabamos: desnudos. No jaja en short y remera, veníamos de la playa.

Fue así que caminamos en medio de la oscuridad cuchicheando como dos adolescentes, hasta que llegamos a la gran cabaña, que se veía a lo lejos iluminada con faroles. Ahí nos recibió una chica, quien no estaba en pelotas, pero estaba a solo una prenda de estarlo… si, adivinaron, tenia un sombrero jaja (na, estaba de bombacha, bragas, calzones, ustedes entienden).

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Nos recibió bien, se presentó, y empezó a hablarnos en inglés. Mientras hablaba escaneé rápidamente el lugar. Un pizarrón con una colorida frase que decía “Frutas y drogas gratis” nos miraba de reojo… y pensamos, ¡que bueno! ¡Con lo cara que está la fruta! jaja 

Le dijimos que teníamos una reserva, pero que no hablábamos mucho inglés (onda, mensaje subliminal: no quiero socializar). Ahí nos responde… “Ah! Hablan español! Justo tenemos alguien que habla español, ya lo llamo”. 

“Noooo quiero socializaaaar” gritaba para mis adentros. «Noooo quiero socializaaaar mientras veo tus paaaaarteees». Solo quiero una ducha caliente sin otra gente desnuda adentro, y una cama donde dormir a pata suelta. Tambien sin gente extraña desnuda adentro. Pero claro, era una comunidad, no podía manifestar mis intenciones individualistas anti nudistas. 

Así que ahí apareció el chico, que hablaba español. Un brasileño. No estaba tampoco desnudo completamente. Nos empezó a contar en su alegre tonada, típica de los brasileros, cómo funcionaba el lugar. Les dije, estábamos en una comedia loca. 

Piensen la situación: en medio de una isla salvaje de Hawaii, en pleno Océano Pacífico, en una zona de la isla a donde no llegaba la energía electrica, ni el agua corriente, ni nuestra señal de celular, con un pelado manejando en pelotas y un brasileño que habla español contandonos sobre el lugar. Insólito todo, muy loco. 

El chico super bien nos explicó todo, nos contó que el uso de ropa no era obligatorio, y por ende tampoco era obligatorio andar como dios te trajo al mundo solo que más peludo. Nos mostró las instalaciones, el dormitorio que estaba alejado de la zona común, y nos preguntó un poco sobre nosotros y nuestros planes en la isla. 

Finalmente, luego de que terminó de explicarnos todo, nos dispusimos a ir al auto y tener una reunión de equipo. Había que tomar decisiones importantes. Esto de estar rodeados de gente desnuda era algo nuevo para nosotros, somos Millennials, pero no tanto. Decidimos que estaban desnudos pero parecían buena gente, el lugar era tranquilo, y la gente estaba toda en la suya, no había un ambiente raro (léase si, eso que estás pensando). Así que nos quedamos. 

Reconozco que no sabíamos como manejarnos ni que se supone que teníamos que hacer. Bajamos solo lo necesario del auto: mochila de mano, muda de ropa (jua jua) y víveres para cenar – básicamente bajamos lo que era orgánico, no queríamos estar fuera de tono papándonos tremendas galletas procesadas y llenas de conservantes-, y nos fuimos rumbo a nuestra habitación. 

Yo estaba un poco negada con todo, y me puse mala onda. Onda, no me voy a bañar, voy a dormirme así, no quiero cenar, no quiero nada. El que la habitación tuviese un ventanal sin vidrio ni cortina sin dudas no colaboraba a mejorar esto, porque uno no podía tampoco estar aislado y tranquilo en su cuarto (creo que justamente, esta es la gracia de una comunidad), ni siquiera para cambiarse. 

Para sumar más locura, en la habitación había cuchetas… de dos plazas. Onda, una cama matrimonial, arriba de la otra. Lógicamente ya empezamos a hacernos ideas. Nos van a poner otra gente a dormir acá. Seguro cae alguien y entra como perico por su casa. En bolas. ¿Quién pondría dos camas de dos plazas como cuchetas?

Así que apagamos las luces para que no se viera de afuera, y creamos nuestra propia casita con el acolchado de la cama de arriba oficiando de cortina. Por lo menos nadie nos vería mientras dormíamos. 

Gastón fue a investigar el territorio y traer noticias. Lo único que pensaba era por favor, que el baño (léase el trono) tenga puerta! Tengo límites. Finalmente, si la tenía ☺

Ahí me puse de mejor humor, por lo menos podría hacer mis necesidades sin estar a la vista de todos. Visto y considerando el panorama, eso, era un lujo, y era motivo suficiente para que se me pasara la mala onda. 

Como había solo dos duchas pegadas, sin puerta pero con cortina, en la parte del área común y a la vista de todos, decidimos ir juntos y bañarnos a la vez, como para no tener que bañarnos con desconocidos jajaj Llámennos exagerados, o lo que quieran, pero quiero verlos ahí a todos en bolas!

Así que eso hicimos. Nos bañamos, y ya salimos con mejor onda aún. Agua caliente, de lluvia pero caliente, buena presión de agua, todo de diez. Lo mejor fue que al ser todo tan liberal, uno no se preocupa por nada, y salís en calzones como si nada, algo que de hecho nos pareció genial. Nada de cargar ropa para todos lados, mucho más simple. Punto a favor del cuasi nudismo.

Después cenamos en la habitación, nuestras porciones de frutas que habíamos llevado, y nos acostamos a dormir. Gastón cayó como piedra, pero a mi morfeo me abandono esta vez. No podía parar de pensar que iba a venir gente, que nos estaban mirando, pensaba situaciones, reconozco que el cansancio me jugaba en contra y quedé como pasada de rosca. 

Finalmente me pude dormir. Y dormí como un bebé. Como un bebé en medio de una comunidad naturista nudista hawaiana. Reconozco también que la cama estaba especialmente cómoda, que solo se oia el sonido de la naturaleza, y que aquello era una paz absoluta. Si bien el acolchado estaba húmedo, porque al no haber ventanas adentro estaba todo con esa humedad del lugar, estaba calentito y dormimos genial. 

Al día siguiente nos levantamos muy temprano, recuperados, y ya viendo todo con otros ojos. De día se veía como unas cabañas enormes de madera sin pulir ni lustrar, rústicas, el área común abierta, la huerta natural, y la verdad que se veía muy lindo. 

La ruta incluso también era distinta, ya que se veía todo verde, estaba cerca de la playa, y de día sin duda era lo contrario a tenebroso. De hecho el lugar se sentía pacifico, tranquilo, daba buena sensación.

Fue una experiencia insólita y como les decía, se terminó transformando en una de las anécdotas más divertidas del viaje. No sacamos ninguna foto porque realmente, habiendo gente en bolainas nos pareció un poco desubicado, no era el lugar para selfie instagramera, pero pueden buscarlo en Booking.com donde hay fotos “institucionales” jaja Advertimos que esas fotos son una versión muy mejorada de la realidad, si bien no era un lugar desagradable, no estaba ni remotamente tan limpio, prolijo ni como se ve en general en las fotos (sobre todo las habitaciones).

No es un lugar para ir pensando en un hotel tradicional, solo por hospedaje, ya que la ubicación es un remota, y no tiene las comodidades que uno espera normalmente de un alojamiento estándar. De hecho ellos mismos te indican que tienes que contar con auto para llegar. El baño esta fuera de la habitación, el agua no es corriente, no hay energía eléctrica, no hay wifi ni llega bien la señal de telefonía. Es decir, no es nada práctico.

Es una experiencia, diferente, única, y la verdad que nos pareció interesante el concepto y finalmente nos hizo pensar en algo que nunca nos habíamos ni cuestionado. Nunca nos habíamos encontrado en una situación como esta (aunque vivimos toda una situación a la hora de bañarnos en este hotel cápsula en Japón) y si bien como les decía, no somos pudorosos, ni miedosos, la verdad que fue todo un shock llegar a un lugar así y encima tener ese recibimiento. 

Pero pasado el shock inicial, nos pareció que fue algo totalmente distinto a todo, y nos llevó incluso a hablar de cosas que nunca nos habíamos planteado, así que sin duda fue una experiencia genial. 

El lugar no va por el lado de lo sexual, ni de todas las barrabasadas que uno piensa. No es gente drogui-promiscua-sexual. Según ellos ponen en su descripción, están enfocados la educación y formación para una vida consciente, con temas como sensualidad consciente, meditación, yoga, permacultura, danza y espiritualidad. Algo en lo que nosotros no estamos ni remotamente «culturizados».

Había gente mayor, jugando a las cartas en las mesas del área común, jóvenes, todas las edades juntas. Muchos leían libros, otros caminaban por la huerta, algunos dormían. Es decir, normal, solo que con una onda super relajada y liberal. 

Nos pareció respetuoso, nos pareció justamente eso que dice la descripción, una comunidad basada en el respeto y la libertad. Y si claro, en algún momento estará la parte sexual también, como en la vida misma jaja pero lo que queremos decir es que no es una onda jolgorio desnudista que es lo que uno tiende a pensar al principio.

Dicho esto, también tenemos que decir que hemos leído comentarios en la web en el sentido contrario, diciendo que no lo sintieron como un lugar respetuoso y que la experiencia no fue buena. Así que tampoco nos animaríamos a recomendarlo. Si tengan en cuenta que, si piensan ir, tienen que como mínimo sentirse cómodos con el nudismo y con todo el tema de compartir ambientes de «intimidad» como lo es una ducha, con otras personas.

Creo que como experiencia y sacando la parte cómica, está bueno que en los viajes pasen este tipo de cosas que te sacan aún más de tu zona de confort, que te exponen a situaciones, que te exponen a hablar de diversos temas. 

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Así que el balance, fue positivo. A veces hay que sacarse el balde de la cabeza y dejar los prejuicios de lado, ¡no todo es como uno lo piensa! 

Esperamos les haya gustado nuestra experiencia y los hayamos llevado de viaje con nosotros a vivir ese momento loco. Cuentennos en los comentarios que opinan, si alguna vez les pasó algo similar, o si irían a un lugar así. 

Y como siempre, nos ayudan compartiendo este articulo en sus redes sociales para que esta experiencia nudista llegue a mas viajeros 😉


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Sobre el Autor

Karina

Viajera uruguaya, apasionada por descubrir el mundo... ¡y contarlo! Soy quien está detrás de estas letras en el blog y de nuestras redes sociales. Abogada y escribana de profesión, viajera de corazón.
Amo conocer nuevas culturas, lugares naturales únicos, vivir experiencias diferentes, y transmitirlo. Nuestra misión es inspirarte, llevarte con nosotros a conocer lugares nuevos, y darte toda la info que hemos ido aprendiendo para que puedas hacer ese próximo viaje. ¿Venís?

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4 Comentarios

  • Karina

    Encontré tu artículo buscando opiniones para primerizos que quieren ir a Hawai. No te imaginas cómo he disfrutado tu forma sencilla y platicada de escribir!, me encantó. Disfruté también muchísimo la anécdota nudista y me carcajié tremendamente.
    Gracias!!

    • Hola Lidia! Wow, que lindas palabras, muchas gracias!! Me alegraste la tarde 🙂
      Me alegro mucho que lo hayas disfrutado y te haya hecho reír un rato, la verdad que fue una experiencia de lo mas… «curiosa» jaja
      Hawaii es impresionante, la verdad que si tienes la oportunidad de ir te lo super recomendamos. Cualquier duda que tengas por acá estamos!
      Saludos!!

  • Karina
    Encontré tu artículo buscando opiniones para primerizos que quieren ir a Hawai. No te imaginas cómo he disfrutado tu forma sencilla y platicada de escribir!, me encantó. Disfruté también muchísimo la anécdota nudista y me carcajié tremendamente.
    Gracias!!

  • Karina
    Encontré tu artículo buscando opiniones para primerizos que quieren ir a Hawai. No te imaginas cómo lo he disfrutado tu forma sencilla y platicada de escribir!, me encantó. Disfruté muchísimo la anécdota nudista y me carcajié tremendamente.
    Gracias!!